La no receta.

Esta semana ha sido dura, bueno, no tanto, es que soy un poco tremendista. Empecé mala y sin poder ir a clase el lunes, los nervios me traicionan de nuevo. Después tuve que rechazar un trabajo de lo mío, fisio y encima neurología, por no dejar el curso. Me duele porque soy fisioterapeuta, he gastado mis energías y mi tiempo en ello y ahora resulta que no me llena. Me cansa, me estresa, me supone demasiado esfuerzo en todos los sentidos. La neurología es muy dura, esta vez sin tremendismos.

Lo he pasado mal, ¿a quién se le ocurre rechazar un buen trabajo por estudiar un módulo de pastelería? No sé cómo pasó, no lo pensé ni un momento, me salió del alma, del corazón decir que no, seguir con esto que me llena y me trae tanta paz. Sólo de pensar en dejar el curso a medias me da una angustia…

No paro de pensarlo. Pienso que quizás me he equivocado, que estoy loca. Pero por otra parte pienso que lo que estoy haciendo es ahora o nunca. No puedo esperar a ser mayor, tener cargas familiares y complicarme la vida para hacer un ciclo formativo de pastelería. Casi todo el mundo me ha dicho que debería coger el trabajo, pero al ver que no quiero, me dicen que yo soy lo suficientemente inteligente como para saber lo que me conviene. No sé. Lo voy a dejar ahí.

Como este es un blog de repostería y monadas, os voy a enseñar la tarta que le hice a mi hermana por su cumple, ya que no tengo tiempo para una receta larga en condiciones.

Ingredientes:

-          Bizcocho genovés.

-          Crema pastelera.

-          Chantilly (nata montada 35% m.g. + azúcar glass).

-          Almíbar al 50% con canela y limón.

Montaje: Horneamos el bizcocho, enfriamos, cortamos con la lira. Hidratamos con el almíbar, ponemos la crema en el medio y arriba y terminamos con la chantilly.